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El Día Mundial del Yoga

Normalmente escribo todos los blog posts y luego mi manager los revisa. Hoy la dejé a ella publicar sobre este tema en particular. Me encantó lo que escribió para conmemorar el día. La salud es lo más valioso de los humanos pues es así como logran mejorar sus vidas con invenciones y tecnología.

Todavía recuerdo el primer día de yoga.

Desde el día anterior estaba decidida. Metí un mat viejo y ropa de hacer ejercicio en el carro.

Era eso o seguir en un camino autodestructivo.  

Recuerdo el silencio contemplativo, la atmósfera de tranquilidad, la armonía de la gente al entrar y acomodarse en sus lugares. Recuerdo el aroma a lavanda y las luces tenues del salón. Recuerdo los acordes de la música y el tono pausado y tranquilo de la profesora.

Con cada inhalación podía sentir el oxígeno viajar a cada célula del cuerpo. Con cada exhalación podía sentir el ácido dejando el cuerpo. En ese momento, no podía recordar el último momento de quietud en mi mente.

Bailé durante más de una década y el baile era la conexión conmigo misma. Mientras bailaba no había mundo exterior. Entonces, hacía mucho tiempo que no me conectaba conmigo misma.

Yoga no era lo mismo. Tenía que llegar a cada asana al mover músculos y ligamentos mientras controlaba la respiración. Un ritmo pausado. Un ritmo consciente. En el momento que mi mente se desconcentraba me caía inmediatamente.

Ese día entendí el daño que le había estado haciendo a mi cuerpo con el estilo de vida y el estrés.

¡Me dolía todo! Cada músculo… el alma.

Pero al mismo tiempo, experimenté euforia y felicidad. ¡Ya no estaba cargando todas esas emociones del principio de la clase! Ese día dormí como no había dormido en años.

Pasé el siguiente año y medio yendo a clases tan frecuentemente como podía. ¡No era suficiente!

La cantidad de sufrimiento y estrés diario era demasiado para poder procesarlo.

Y entonces la vida se encargó. Se llevó toda la fuente de estrés y también el yoga. Ya no era posible ir a clases físicamente, o financieramente.

Fue una pérdida agridulce. Iba a recuperar la libertad, iba a vivir más tranquila, iba a reconectarme conmigo misma en todos los aspectos de mi vida.

No obstante, fue también una pérdida dolorosa: me costó dejar ir algo que disfrutaba tanto.

Si adelanto un año, llegamos a la pandemia: momentos difíciles de incertidumbre.

Ya para entonces tenía un estilo de vida mucho más saludable con ejercicio todos los días. El problema era salir debido a la cuarentena.

Empecé a hacer yoga en la casa con lo que recordaba de los casi dos años de clases. Llevaba dos semanas de práctica continua cuando se anunciaron las clases virtuales.

Fue como empezar de nuevo. Solo que ya no me dolía el alma. Más bien sentía que podía volar y vibrar con la práctica.

El 21 de junio de 2020 es el día mundial del Yoga instaurado por La Organización Mundial de la Salud. Esto es el resultado de un proyecto de la India pues, además de ser una tradición antigua, el yoga busca la unión del cuerpo, el mundo y la naturaleza gracias a su enfoque holístico de conectar el cuerpo y la mente, el pensamiento y la acción.

Aunque practiqué más de un año y ahora estoy practicando diariamente, todavía no estoy cerca de poder lograr asanas avanzadas. Más bien me siento principiante. Cuando decidí participar en el reto de subir fotos de asanas durante 21 días, me comprometí a empezar un viaje de autodescubrimiento en el cual me enfocaría en la conexión del cuerpo y la mente.

Ya pasaron los 21 días. La enseñanza principal fue agradecerle a mi cuerpo, agradecerme a mi misma, todo el esfuerzo y celebrar cada pequeño avance físico y mental. Llevar ese agradecimiento a la vida diaria y transmitirlo a otros aspectos de mi vida.

La perseverancia y el valor, no son la ausencia del miedo, es creer en uno mismo.

Cierro este ciclo con salud, agradecimiento y cargada de energías positivas.

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